Participación Ciudadana en el Siglo XXI. Más urgente que nunca.
Por. M.A.P. Juan Paulo Torres Torres.
Participación ciudadana es un concepto muy antiguo dentro de los estudios políticos. Su origen se remonta al siglo V a. C. Con el florecimiento de la democracia griega, cuyo fundamento es la distribución del poder político. La participación de los ciudadanos en la asamblea constituye el eje central de la vida publica en Grecia.
En el siglo XVII, la participación ciudadana se formalizó como derecho político, a través de la democracia representativa, cuyo fundamento es la limitación del poder político. Los ciudadanos participan ahora a través del ejercicio de sus derechos políticos, como lo son el voto, el derecho a opinar, el derecho a reunirse con fines políticos y por su puesto el derecho a postularse como candidato para ocupar un puesto público de representación política.
Sin embargo, en los inicios del siglo XXI, la democracia representativa vive una crisis de legitimidad que pone en entredicho su capacidad para responder a las demandas de la sociedad. La crisis económica y los escándalos de corrupción impulsaron el desarrollo de movimientos sociales con un claro reclamo social: La democracia está privilegiando el interés de los grandes capitales sobre los intereses de las personas.
Frente a este escenario, la participación ciudadana se vislumbra como una alternativa institucional para el control del poder político y para oxigenar a la democracia. Ante el avance del populismo antidemocrático en todo el mundo, la institucionalización de la participación ciudadana representa una opción consistente para brindar legitimidad a los procesos democráticos en todos los niveles del gobierno.
Así, hoy la participación ciudadana se define como un conjunto de instituciones formales cuyo fundamento es el control del poder político a través de la deliberación, la colaboración y la fiscalización.
1.- Los mecanismos para la deliberación ciudadana son aquellos que facilitan el acceso de las personas a los foros donde se discuten los asuntos públicos. Herramientas como la transparencia activa, los foros ciudadanos, la consultas publicas, entre otras, impulsan la deliberación ciudadana.
2.- La colaboración ciudadana implica la participación de las personas en la proposición y elaboración de políticas publicas, y en ultima instancia en la resolución de problemas públicos. Herramientas como las iniciativas ciudadanas, las políticas publicas abiertas, los proyectos ciudadanos, entre otras, impulsan la colaboración ciudadana.
3.- La fiscalización ciudadana significa la inclusión de los ciudadanos en los mecanismos de vigilancia y control del poder político para evitar y detectar la corrupción. Mecanismos como la contraloría social, los consejos ciudadanos, la revocación de mandato, entre otras, impulsan la fiscalización ciudadana.
Las democracias en el siglo XXI no deben ya únicamente fundarse en los principios de distribución y de limitación del poder, sino que ademas deben abrazar el principio del control del poder, a través de las herramientas de la participación ciudadana.